marzo 11, 2008

EL JARDIN TECHADO


Con el paso de los años, solo seriamos más viejos sino fuera por dos cosas. Los libros que leemos y la gente con la que nos relacionamos.
Esto es lo que le da esencia a nuestra vida.
Las personas que elegimos para compartir nuestro tiempo, casarnos, o asociarnos, son una muestra de lo que pensamos de nosotros mismos de nuestros valores y del lugar que ocupamos en el mundo.
Hay varios tipos de relaciones: algunas nos nutren, nos confortan y sufren nuestras carencias. Otras nos divierten, nos inspiran, nos retan y nos hacen crecer.
Otras quizás, nos hacen daño al sabotear nuestro crecimiento o minar nuestra autoestima. Por supuesto, estas últimas, tendríamos que cortarlas por lo sano.
Sin embargo en cualquier relación puede rondar una que otra amenaza que impide que los lazos se profundicen y fortalezcan.
Una de las amenazas la representa muy bien el cuento de aquel señor que, después de haber sembrado su jardín con árboles frutales y bellas flores junto al río, se sentaba orgulloso en su terraza para disfrutar de su obra.
De pronto, ve que un niño seguido por un perro pisa sus flores al perseguir una pelota.
Enojado, decide construir una pequeña barda para evitar el paso.
Satisfecho, terminada la barda, se sienta para disfrutar de su hermoso jardín, ahora sí sin peligro.
Al rato, ve que un venado asoma la cabeza para morder sus verdes setos.
Enfurecido, decide elevar mas la barda para impedirlo.
Cuando se disponía asentarse una vez más observa como se detiene una bandada de pájaros para comer de sus manzanas.
Furioso decide techar el jardín para que nada ni nadie lo maltrate.
Cuando saca su silla y ve aquel cuarto oscuro sin vida, sin los niños, sin el sonido del agua, sin la vista de los pájaros y de los animales, se da cuenta de su soledad y decide tirar todo para que, una vez más, otros lo visiten y disfruten el jardín.
Esta es un amenaza que ronda cualquier relación: el egoísmo, que nos impide compartir libremente lo mejor que tenemos y exigir que el otro sea, piense y actúe con nosotros queremos.
Lo irónico es que una vez que logramos tener relaciones valiosas, con frecuencia las descuidamos.
“la velocidad crea el olvido “dice un autor.
El tiempo pasa tan rápido que la ilusión nos hace pensar que estamos cerca de alguien con quien hace mucho no hemos comunicado, nisiquiera por escrito. Les puedo garantizar algo, esa relación no se ha fortalecido La ausencia no fortalece una relación, la debilita. O peor aun, tenemos relaciones en las cuales estamos presentes, pero en realidad, estamos tan ausentes y distantes.
Olvidamos con facilidad que la calidad de nuestra existencia humana se cimienta en nuestras relaciones en nuestras relaciones. O, ¿acaso podemos ser felices solos?
Convendría recordar tres puntos que mantienen y fortalecen una relación:
1) El comportamiento mutuo:
Sin importar la vía, hay que mantenerse en contacto. Puede ser frente a frente, por teléfono, por carta, o por correo electrónico.
Cualquier cosa que mantenga, como un partido de tenis, la pelota de aquí para allá y de allá para acá. Si solo uno procura la amistad, seguramente la relación durara poco.
Te ha pasado que necia e inocentemente, invitas a alguien o lo buscas por teléfono y la otra persona no responde?
O tal vez somos nosotros los que e lo acelerado de la vida, con soberbia, nos sentimos autosuficientes y nisiquiera nos damos cuenta de ello. ¿Qué tanto nos hemos preocupado por lanzar o contestar la pelota? Tómalo en cuenta.
2) La comunicación abierta y sincera:
A veces nos da miedo abrirnos. Pensamos que entre menos información demos y menos emociones mostremos, mas a salvo nos encontramos. Es al revés. Al abrirnos, transformamos un intercambio de información en una enriquecedora relación.
3) Entender y acordar lo que esperaos el otro:
Es importante hablar y decir lo que esperamos del otro. Es importante hablar y decir lo que esperamos el uno del otro para aumentar las probabilidades de que nuestras expectativas se cumplan. Nunca es tarde. Cada día nos ofrece la perfecta oportunidad de retomar aquellas relaciones que, por alguna razón hemos descuidado.
Y por ultimo recordemos lo que decía La Madre Teresa De Calcuta “lo más valioso no es lo que tenemos en la vida, sino A QUIENES tenemos en nuestras vidas”